Antes de ver la siguiente cinta había escuchado múltiples comentarios acerca de su dificultad para "digerir". Es decir, la película es bastante difícil de ver debido a su contenido. Después de verla puedo calificarla como tal. Si bien no al nivel que me hicieron creer, este particular aspecto ciertamente mejora la cinta. El Experimento (Das Experiment, Alemania, 2001) de Oliver Hirschbiegel triunfa al hacernos sentir empáticos y conectados a su narrativa.
La premisa se basa en un famoso experimento llevado a cabo en la cárcel de Stanford. En este, se tomó participación voluntaria por parte de los involucrados. A una mitad se les dio el rol de guardias mientras a la otra mitad se le tuvo prisionera. Lo que de inicio parecía una buena investigación cayo en la humillación y degradación humana. El filme busca relatarnos lo ocurrido en esos cinco días, en donde los derechos civiles fueron simplemente anulados. Afortunadamente la historia es interesante a lo largo de la cinta. Esto nos deja una sencilla transición entre sus tres principales actos.
Normalmente no me gusta comentar una película únicamente por sus actos. Después de todo, lo importante es el resultado final y el que tan efectivo fue. En este caso, sin embargo, necesito hacer una excepción. Si bien la cinta fue buena, hubo algunas partes que definitivamente bajaban el ánimo. Con un primer acto un tanto mediocre, un segundo acto estupendo y un tercero que tuvo un poco de ambos; no sabría por dónde empezar.
En el primero, somos introducidos a nuestro protagonista, Tarek Fahd (Moritz Bleibtreu). La actuación de Bleibtreu es emocional pero desgraciadamente cae en lo tedioso de forma un tanto apresurada. Esto no hace de un buen filme uno malo pero si desalienta un poco. Sabemos que su figura es la de un rebelde, mas a momentos cae en lo exagerado. En los primeros minutos, Hirschbiegel introduce el peor elemento de la cinta. Una relación amorosa totalmente innecesaria e irrelevante además de posteriormente obstructiva. Fahd sufre un accidente en manos de una deprimida joven llamada Dora (Maren Eqqert). Ambos van a su departamento, se acuestan y de forma repentina se tornan en almas gemelas. Poco cuidado, apresurado y con una aburrida personificación por parte de Eqqert.
En esos momentos sentía que la película me había perdido. Si no hubiese sido por un grandioso segundo acto, eso hubiera ocurrido. Durante los siguientes setenta minutos el espectador revive actos de extrema humillación. Fuertes, brutales y efectivos. Estos momentos caracterizan el filme y lo hacen único. Empezando por el remarcable personaje de Berus (Justus Von Dohnanyi), quien lidera el grupo de sádicos guardias, el filme toma fuerza. Berus no solo es inteligente y calculador sino una persona carente de ética alguna. No le importa torturar a los presos ni tampoco llevar su rol hasta las últimas consecuencias.
El último acto difícil de calificar. Si bien es satisfactorio y una adecuada conclusión, el uso de la música y la fotografía es pésima y algunas acciones de nuestros personajes son cuestionables. Había momentos en los cuales escenas perfectamente logradas eran arruinadas por la molesta banda sonora. En otros, los personajes optaban por decisiones que no tenían el menor sentido. Todo esto hacia que un buen final con momentos positivos se volviera una tira de escenas incongruentes. Afortunadamente el peso de lo que hizo bien supero a lo que hizo mal.
A pesar de todos sus problemas, disfrute mucho el filme, o al menos lo hice durante su segunda y tercera parte. La cinta definitivamente no es para todos. Su contenido grafico es fuerte mientras sus complejas implicaciones morales pueden molestar a algunos. Un interesante y entretenido filme que cuestiona si realmente somos buenos o malos más allá de una simple intención.
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