miércoles, 26 de enero de 2011

Tiburón


Hace ya algunos años que vi por primera vez Tiburón (Jaws, EUA, 1975) de Steven Spielberg. Aún recuerdo perfectamente el impacto que tuvo esta película sobre mí desde esa proyección. Una sensación de incertidumbre y ansiedad. El preguntarme a quien se “comerán” primero y quien sobrevivirá. La agobiante composición de Williams reproducida en el fondo, alertando con esto que algo definitivamente no está bien.  Cada uno de estos elementos mezclados en una edición perfecta dentro del contexto de la cinta. Más de tres décadas han pasado desde su estreno, e incluso hoy en día mantiene “ese” efecto que no he podido olvidar.

Una historia relativamente arquetípica progresa la cinta en sus dos horas de duración. La celebración de 4 de Julio está cada vez más cerca y un gigantesco tiburón blanco decide darse un festín en las costas locales. El Comisario Brody (Roy Scheider)  se encuentra a cargo del “problema” y más pronto que tarde se sale de su control. Buscando ayuda en un oceanógrafo llamado Matt Hooper (Richard Dreyfuss) y el cazador local Quint (Robert Shaw) se embarca con el fin de capturar a la criatura.

Es claro que una historia tan simple necesita de algo más que su sencilla existencia. Es aquí donde vemos un Spielberg en lo mejor de su juego. El filme cuenta con una dirección brillante y audaz. Convirtiendo nuestra imaginación en el suspenso más eficaz. No se necesita mostrar grandes cantidades de violencia, sangre y efectos para lograr buenos resultados. Basta con crear un gran lienzo blanco dentro del filme; donde cada espectador pueda reflejar sus propios miedos.  El no saber qué ocurrirá y el cómo lo hará nos deja ansiosos de continuar junto los héroes de la historia.

Spielberg logra un filme efectivo no solo en el suspenso sino también en sus entrañables personajes. Tiburón no sería la misma cinta sin la interacción entre Brody, Matt y Quint. Las dos horas de duración de la película no son en vano. Spielberg acierta en su decisión de desarrollar sus personajes por encima de cualquier violencia explotativa. Sería imposible podernos identificar dentro de la historia sin conocer a este trio. Brody siendo aquel con los miedos internos pero la suficiente fuerza como para afrontarlos. Matt siendo nuestro punto lógico dentro de la historia aquel con las decisiones de mayor sentido común. Quint siendo nuestro aventurado cazador con un odio muy bien justificado en lo que es mi escena favorita del filme entero. Cada uno complementa al que tiene a lado y sus problemas son tan reales como los nuestros.

No podemos olvidarnos del verdadero protagonista en toda esta historia, el Tiburón en sí. Usando tomas tanto de tiburones reales como de uno mecanizado creado especialmente para el filme. Spielberg con esto logra una transición perfecta consiguiendo así un efecto creíble. A pesar del uso de estas tomas, el Tiburón no cobra personalidad sino hasta que no lo vemos. Esos momentos donde el espectador construye su propio escenario y únicamente imagina que podrá ocurrir. Cabe mencionar que los efectos del Tiburón son relevantes aun hoy en día. De hecho, es el mejor (y más realista) tiburón ficticio que he podido ver en una película.

Siendo un filme que continua siendo relevante y entretenido tantos años después de su estreno es solo prueba de la calidad del mismo. Aquel donde la expresión “menos es más”  cobró un valido significado. Una indiscutible obra maestra dentro del género del suspenso. 

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